Agafia Líkova, la ermitaña rusa del siglo XXI perdida en la taiga siberiana

La familia de la ermitaña seguidora de los viejos creyentes Agafia Líkova huyó de la civilización en 1936 debido a la persecución religiosa por parte de Iósif Stalin.
En 1978, los Líkov fueron descubiertos por una expedición de geólogos soviéticos.

Agafia, de 73 años, vive sin agua corriente ni electricidad. Usa instrumentos primitivos para sembrar patatas o pescar y tiene una cabra que le da leche.
Para la ermitaña, los investigadores fueron los primeros extraños que conoció en su vida. El padre de Agafia y sus tres hermanos fallecieron en la década de los 80, mientras que su madre murió poco tiempo después de dar a luz a Agafia.
La ermitaña es una persona espiritual que reza mucho, tanto para sí misma como por el resto del mundo, según explica.
El poblado más cercano a su casa está situado a una distancia de más de 200 kilómetros.
Algunos de los residentes locales envían a Agafia ropa de invierno y comida y voluntarios y estudiantes ayudan a la anciana a recoger la cosecha. En algunas ocasiones también le echan una mano en las tareas del hogar los voluntarios de la Iglesia de los viejos creyentes —una antigua escisión de la Iglesia ortodoxa—.
Según afirmó la propia ermitaña, fue en 1978 cuando vio por primera vez un perro.
Agafia siempre se alegra de recibir cartas y postales de otros países.
Reveló que una pareja de Perú iba a visitarla, así que la mujer sembró más patatas para prepararles una cena, no obstante, los peruanos nunca se presentaron.
"En Perú está el océano y hay animales marinos, tanto grandes como pequeños", comenta Agafia.
La lengua en la que habla la mujer es una insólita mezcla de ruso y eslavo antiguo.
La ermitaña tiene siete gatos que la ayudan a mantener el calor cuando llega el frío siberiano.
A lo largo de su vida, Agafia ha tenido también inesperados encuentros con osos pardos.
"Grité una plegaria a Jesús, luego me di la vuelta y me escondí en los arbustos. Entonces, empecé a rezar al mártir Jorge", explicó. En otra ocasión, vio un oso en la orilla de un río cercano a su casa.
En 2010, la anciana cosió una camisa para el entonces presidente de Rusia, Dmitri Medvédev.
Esta ermitaña moderna vive en el año 7526 según el calendario de los viejos creyentes.
En 2016, Líkova se vio obligada a abandonar la taiga para acudir a un médico debido a un fuerte dolor en las piernas.
Los Líkov se convirtieron en un fenómeno nacional en Rusia.
Los viejos creyentes son cristianos partidarios de la vieja liturgia y cánones eclesiásticos que no aceptaron la reforma del patriarca Nikon de 1654. En la época del Imperio ruso, los viejos creyentes sufrieron persecuciones muy duras, por lo que muchos emigraron y se asentaron en diferentes rincones del mundo. No fue hasta la época soviética cuando cesaron las persecuciones por motivos religiosos y se equipararon sus derechos con los del resto de la población.
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