La historia de esta ensalada se remonta a los años 60 del siglo XIX y lleva el apellido de un chef francés que vivía en Moscú en aquella época: Lucien Olivier. Por azares del destino, el plato-estrella de la Nochevieja rusa acabaría llevando su nombre.

Además de huevos y papas, la especialidad del chef Lucien Olivier llevaba carne de perdiz, lengua de res, carne de cangrejo, caviar negro prensado, alcaparras, encurtidos y trufas. Todos los ingredientes se servían de manera exquisita en un mismo plato, en el que se añadía mayonesa de Provenza, salsa picante y gelatina de carne cortada a tacos.

Sin embargo, durante todos estos años, la ensalada sufrió grandes cambios y hoy en día apenas recuerda a la receta original.

El ingrediente principal de la ensalada, por supuesto, eran los arenques salados, toda una exquisitez entre los hijos del proletariodo, aderezada por Bogomílov con cebollas, papas y zanahorias cocidas, y cubierta por una capa de remolacha rallada de color rojo, como la bandera comunista.

El jolodéts apareció en el norte del país, entre los pueblos nómadas que hace miles de años cocinaron un delicioso caldo de carne y huesos y se dieron cuenta de que el caldo que sobraba se congelaba por el frío. Esto se debía a la gelatina que expulsaban los huesos y la carne y, gracias a ello, el jolodéts se transportaba fácilmente y servía para que la gente que vivía en entornos fríos entrara en calor.

Originalmente, el jolodéts ruso se preparaba a partir de la cabeza, el cerebro y las cuatro patas de una vaca. Sin embargo, actualmente, en el proceso de elaboración solo se usan patas, trozos de carne y rabos.

En general, para este plato deben emplearse las partes del animal que contienen sustancias gelatinosas. Se sirve frío y se acompaña con salsa picante de rábano o mostaza.

Para preparar este plato es mejor usar variedades de pescado que contengan sustancias gelatinosas como los esturiones o las luciopercas. La receta más simple para el zalivnóe es cocinar pescado con cebolla y laurel, ponerlo en un plato, cortarlo a trozos, quitarle las espinas y decorarlo con trozos de huevos duros, zanahorias y limón. Luego se le añade el caldo filtrado y se mete en el frigorífico. Solo hay que esperar una hora y se sirve con salsa de rábano picante y aceitunas.

Los platos fermentados y salados son una de las formas más típicas de conservar verduras, frutas y hongos para el largo invierno ruso.

La principal diferencia entre los productos salados y los marinados es la ausencia de vinagre en los primeros. Las verduras se salan en una salmuera especial preparada por separado y se fermentan directamente añadiendo sal. ¡Este método se considera muy bueno para la salud!

Esta exquisitez no solo es deliciosa, sino que también es buena para la salud, a diferencia de muchos otros platos de estas fechas. Sin embargo, el caviar ha adquirido un valor tan elevado hace relativamente poco.

En la época soviética, tiempos en los que había carestía de muchos productos, era bastante fácil comprar caviar en los supermercados. No obstante, el alimento se volvió escaso en los años 50 del siglo XX, y fue entonces cuando los rusos aprendieron a colocar cuidadosamente los huevecillos sobre el pan.

Hoy es fácil encontrar caviar a la venta, pero sigue siendo una exquisitez no apta para todos los bolsillos.

Hay una gran variedad de empanadas rusas de distintas formas, rellenos y sabores. Cada familia elige su empanada de Nochevieja a su gusto. Pueden estar rellenas de carne, huevos, cebolla, papas, col, pescado, lentejas, arroz... Entre las más típicas también hay empanadas dulces de manzana, cereza, frambuesa y ciruela.

Existe una divertida anécdota de la época soviética. En una ocasión, el ministro de Industria Alimentaria acudió al despacho de Stalin para presentarle una lista de empresas que debían ser premiadas con motivo de una fiesta. La lista incluía una fábrica de vino espumoso. El ministro explicó: "Durante los años del poder soviético, y especialmente en el período de posguerra, el champán se ha convertido en una verdadera bebida nacional".

Stalin se sorprendió mucho por este hecho, porque no le gustaba el sabor agrio del vino. Por supuesto, este inconveniente fue rápidamente corregido. Así, en los supermercados de la URSS apareció el champán semidulce, que se convirtió en el más consumido del país. Mientras tanto, en Francia, donde se originó esta bebida, la variedad más típica es el brut —que no destacada por su dulzura—.